jueves, 13 de agosto de 2009

El Asesino

Lo golpeé justo en la nariz, y cayó.
Sonó fuerte y seco contra el piso,
y la música terminó.
Alguien tocó su cuello:“lo mataste”.
Justo ahí, dejé de estar ebrio.

Di un par de pasos hacia atrás, y me fui a casa.
Había matado a alguien, una persona, un ser.
¿Quién era yo para decidir el destino de una persona?
Siempre pensé que todos debían hacer de sus vidas lo que quieran.
Violé mi propia regla.

Intenté beber, pero nada sucedió.
Cuando eres un asesino,no hay litros de cerveza,
ni kilos de cocaina que te hagan olvidarlo.
“Mataste a alguien”.
No tardarán en venir por mí; todos en el bar me conocen.
“Pum, pum, pum… ¡Policía!.”
Debo pagar por lo que hice.

La puerta se abre violentamente.
Me ponen contra el piso, siento el frío del metal en mis muñecas.
Una cucaracha mueve sus antenas frente a mis ojos;
“cuida mis cosas amiga… todo terminó para mi.”

Días

Por las mañanas,
Se apoya sobre mis hombros, la oportunidad de vivir un día más.
Peleo duro con mis pasos, que desean quedarse junto a labios poco sinceros.
Mucha borra, poco café; mucha resaca, poca realidad.
Hay aliento en mi respirar, hay reflejo en el espejo.

Por las tardes,
Templa su voz el acero de mis manos
Relucen humeantes las miradas perdidas
Transita sin calma, el latido del corazón enamorado
Anuncio la partida de un beso, de un abrazo, de una sonrisa.

Por las noches,
Los ruidos llaman a las malas decisiones.
Ladronas de guantes blancos asumen que no necesitas más que botellas
empuñadas en garras desfiguradas,
y bailo, y canto, y vomito.
Y se escribe un capítulo más, y vivo un día menos.