miércoles, 19 de enero de 2011

Elevándome nuevamente


El peso muerto de la incertidumbre
va disipándose, deforestando el bosque negro
que no deja avanzar, proyectar y calcular;
y deja finalmente en libertad
al muchacho de las luces tenues,
de duros escritos, de certeras canciones.

¡Oh amado enfoque!
No separes mi alma de los grandes autores,
mantén esta mente activa para comprenderles,
agudiza mis sentidos;
olores, colores, sonidos, superficies,
ya no quiero perderme de nada

¡Oh Primorosa Cerveza!
“Compañera en un hueco, agua dulce en el mar”
Nos fundiremos nuevamente y será como en los viejos tiempos:
ajedrez, suculentas comidas, parloteo literario… hilaridad.
No hay necesidad de desbaratar al caminar por la niebla.

Y en el pequeño espacio de un cuarto de San Telmo,
composiciones inspiradas en perfumes
alojados entre sábanas nacerán nuevamente.
“La Duermevela” incitará la caída de prendas,
dejando atrás el salvaje rugido de un alma oscura
que ahora reforzada, no permitirá jamás
que demasiada tristeza vuelva a apoderarse de los días;
sólo la justa y necesaria, para sentir como funciona el mundo.
Y que las gárgolas del amor en forma de espejismos
mueran antes de aparecer ante mí.

sábado, 8 de enero de 2011

Los Tipos

Los tipos se estaban embriagando desde hacía días y la cosa no estaba teniendo demasiado sentido. Embriagarse durante días no tiene mucho sentido desde un primer momento para cualquier persona normal. Pero ellos continuaban sin que aquello que los demás podrían pensar, les interese. Ellos bebían y bebían.
Y aquel tipo sentado justo frente a la mesa ratona donde yacían una veintena de envases vacíos, comenzó a perderle el “gusto” a la cosa.
Y todos hablaban, “bla bla bla”, y a él todo le comenzaba a lucir aburrido, palabras inhóspitas, exclamaciones que sólo eran eso. Exclamaciones.
El tipo necesitó apartarse de los otros tipos. Siempre quería estar apartado pero siempre había una botella por terminar, una raya por aspirar o una mujer a quien enamorar.
Todos querían ser grandes; escritores, músicos, actores, historiadores, y todo era “bla bla bla”.
Y el tipo ya estaba cansado de todo eso. Pero nuevamente estaba ebrio y siempre había otra cerveza por terminar, otra raya por aspirar y alguna mujer por enamorar.
Veía en todo eso una cierta coherencia una cierta visión al futuro o más bien al pasado. Donde los tipos se consideraban genios. Y estaba bien, el hombre siempre quiso ser genio. El hombre siempre quiso ser DIOS. Todos eran genios, ¡grandes genios! Y el tipo no se consideraba nada. Él sabía que no era nada, y sabía que los demás tampoco eran nada. No había oportunidad para ninguno de los allí presentes.
Y al tipo comenzó a dolerle el pecho, las manos, la cabeza, la vida.
Se acomodó en el sillón justo frente a la veintena de botellas vacías que se apoyaban en la mesita ratona.
Y todo continuaba igual “bla bla bla bla”.
Y el tipo poco a poco dejó de respirar, y murió.
Y el “bla bla bla” de los otros tipos por fin dejó de escucharse.