jueves, 3 de diciembre de 2009

El fin...de semana

Podía oír el taladro, algo estaban arreglando a unos metros del departamento. La alfombra estaba áspera, me picaba la cara. Lo duro del suelo me hizo tomar la decisión de levantarme. Rogaba que sean, por lo menos, las cuatro de la tarde.
Eran las once y media de la mañana. Siempre me pasa lo mismo, cuanto más ebrio estoy más temprano me despierto, es como si mi cuerpo quisiera hacerme sentir la excesiva cantidad que bebo, y no me deja descansar.
Traté de recordar algo de la noche anterior y las imágenes comenzaron a llegar.
Me veía fuera del edificio de A.F.I.P. terminando mi jornada laboral. Camisa, pantalón, zapatos, y una mochila colgando de mi hombro. Perdía la batalla con el sistema. Esperaba a un compañero de trabajo, con el que iríamos a comer algo antes de asistir a un recital de un par de bandas de Trelew, en un pub céntrico de capital.
Hacía un par de días que no bebía, comencé lo más rápido posible.
Mi compañero me abandonó por cuestiones personales a eso de las nueve de la noche. Ya no se encuentran buenos bebedores, extraño a Hank.
Continué bebiendo solo, en un bar. El recital comenzaría 21:30, tenía un par de minutos.
Ya en el pub, la banda estaba tocando. No se oía muy bien, pero el show era correcto.
Había mucha gente conocida, los saludos no se hicieron esperar. Abrazos, y sorpresas para aquellos que no veía hacia mucho tiempo. No obstante, traté de mantenerme alejado y beber solo, no era una noche sociable. Estaba un poco irritado, me sentía cansado, los viajes en subte eran agotadores, las expresiones de los pasajeros eran agobiantes. Todos se veían derrotados y sin esperanza.
Alguien armó un “porro” por ahí. Me invitaron y di un par de caladas, el sueño se hizo más intenso.
Me decidí por la “coca” para despertarme un poco. Aspiré una línea; en realidad fueron dos.
Mis sentidos se agudizaron y seguí bebiendo, la verdad es que las drogas no son habituales en mi vida, siempre elijo el alcohol. Pero el cansancio era intenso y debía despertarme con algo.
La vi al otro lado de la barra, di un trago largo a mi cerveza y me acerqué.
-¿Sos de Trelew? -le dije.
-No, de Madryn -miró la mochila que colgaba de mi hombro.
-¿Te puedo invitar algo?
-No gracias, ya tengo -ante la negativa, sorbí la cerveza y me quede escuchando al grupo. Tocaban una canción que me agradaba.
-¿Y vos? -me dijo codeándome -¿de dónde sos?
-De Trelew, hace pocos días que vivo acá -la banda dejó de importarme, su escote cobró relevancia en la noche.
-¿Tu nombre? -me dijo mientras tomaba mi cerveza.
-Elvis, ¿vos?
-Sofía, también hace poco que vivo acá. Estoy estudiando, ¿a qué te dedicás? ¿O a qué viniste a Bs. As.? -me molestan las preguntas a esas alturas de la noche, así que fui rápido para responder.
-A nada, bueno sí, me gusta la música.
Pensé que lo había arruinado, pero no fue así, me sonrió. Era una rubia muy linda, de ojos marrones, piel blanca y nariz respingada, muy buenas curvas.
Tras algunos minutos de charla, comenzamos a besarnos, el recital terminó, intercambiamos teléfonos, y nos despedimos.
El cantante de la banda se acercó
-Che, Elvis, ¿salimos de "conga"?
Con mi afirmación, también se borró mi memoria por esa noche.

Sentado en mi cama, abrí una Quilmes para aplacar el dolor de cabeza. Salí al balcón y me senté a beber.
Era domingo, y ya se escuchaban los bombos del partido de la fecha, cabe destacar que vivo atrás de la cancha de Ferrocarril Oeste. Pensé en muchas cosas, pensé en mi “carrera” como músico, pensé en mi familia, en mi nuevo trabajo, en esta nueva vida. Pensé en el amor, lo cual me hizo recordar a Cilla y mi deducción fue que no estoy hecho para el amor. Al menos por estos días.
Bebí un trago más, y observe la botella, siempre conmigo, siempre a mi lado.
-Nunca me faltes -susurré, y me quedé dormido en el sillón del balcón.

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