martes, 1 de diciembre de 2009

La reina del bar

Quedamos bien y me dejó tomar.
No la vi venir, no hice mi reverencia.
No le importó.
Células muertas marrón claro en su cabeza.
El pequeño gorrión se acercó,
ella tomó mi mano:
-Siempre voy a estar triste -chillé.
No me escuchó.

Le hablé, como hablan los gorriones,
pero no, ella no habla como gorrión,
y yo no sé otra forma de decirle cosas.
Tal vez me quede en una jaula,
descansando en su regazo,
y la reina me mirará de vez en cuando,
y yo trataré de decirle cosas, como gorrión:
-¡Hey! ¡Acá estoy, necesito alpiste, y un beso!
Y la reina va a sonreír, sin entender una palabra.

La cerveza será demasiada, el mundo será demasiado,
y los gorriones volarán al sur, no quedará nadie para hablar.
Desde las alturas La Reina estará lejos,
el bar será demolido,
mi jaula estará sucia, como antes, como siempre.

Quedamos bien, y me dejó tomar.
No la vi venir, tampoco la veré irse.
La Reina del bar,
no la vi venir, ni por un segundo.

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